La patata fue introducida en España como una curiosidad botánica y sobre 1560 la Real Academia la definía como una comida insípida, lo que hizo que prácticamente no suscitara interés hasta finales del siglo XVIII.
En 1780 un irlandés ilustrado residente en Madrid, Enrique Doyle, sembró unas cuantas patatas procedentes de su país para convencer a Carlos III de las propiedades de este tubérculo. Poco después, en 1785, se publicó una Real Orden en la que se daban instrucciones sobre el cultivo, cuidado y uso de las patatas en la que también se hablaba sobre sus bondades: las patatas eran nutritivas sanas y baratas. Todos estos factores contribuyeron a que en poco tiempo su cultivo se generalizase por todo el territorio y se convirtiese en pocos años en sustento común de los españoles menos acomodados, pero ¿cuándo surge la tortilla?
Este es un punto controvertido, pues no se tiene una referencia clara y aparecen varias teorías al respecto. Durante mucho tiempo se dio por buena la historia de que una pobre campesina navarra la inventó para dar de cenar al general carlista Tomás de Zumalacarregui con lo poco que tenía que no era otra cosa que patatas y huevos.
Otra teoría reciente aparecida en el libro “Historia y agroecología del tubérculo andino” sitúa su origen en Villanueva de la Serena, aunque no queda muy claro si lo que apareció allí fue la tortilla
como la conocemos hoy en día o una tortilla
en potencia pues parece que llevaba harina y lo que se pretendía era crear una masa dulce frita como los churros.
La primera referencia de tortilla
tal y como la conocemos hoy en día aparece en un manuscrito anónimo presentado a las Cortes de Pamplona en 1817. En dicho manuscrito se hablaba de como las mujeres de los labradores navarros conseguían hacer gorda la tortilla mezclándola con patatas u otras cosas.
Desde aquel lejano 1817 la tortilla
ha recorrido un largo camino y se ha popularizado hasta tal punto que hoy no puede faltar en las fiestas, reuniones familiares, excursiones a la montaña, en el chiringuito de la playa, en bocadillo o como tapa en cualquier bar…
Hoy han aparecido muchas formas de hacerla, pero la simplicidad continúa siendo la clave del éxito: huevos para darle su jugosidad, una buena patata como ingrediente principal, sal y un aceite de oliva suave y de calidad. Ponerle o no cebolla sigue siendo motivo de acalorados debates, así como el tiempo de cocción del huevo. Un servidor es “sincebollista” declarado y prefiere un tiempo de cocción corto para que el huevo no termine de cuajar y quede chorreante por dentro, pero ya se sabe que para gustos se hicieron colores y la tortilla
no es excepción.